15 de agosto de 2006

Mercantes bajo la lluvia

Amanece al norte de Europa... al menos eso dicen los relojes, porque las nubes no dejan ver la luz del sol; a pesar de eso, se siente que un nuevo día comienza.
No pensé que semejante madrugón fuese tan llevadero... al menos el despertar... tan agusto... y cómo no!
Un viaje al aeropuerto casi sin conciencia de lo que sucede... es más, con un flashback a la sensación de hace 1 semana, cuando hacíamos el mismo trayecto en sentido contrario...
Te miraba tras el cristal mientras pasabas el control, mientras te preguntabas si tirar a la izquierda o a la derecha... y no te has vuelto para comprobar si aún estaba alli, pero no pasa nada, está bien asi.
De vuelta a casa, el asiento del copiloto está vacío, me siento triste, de pronto cansada, noto como mi sonrisa se derrite por mi barbilla, se cae.


A las 6 de la maniana, en medio de una ciudad casi desierta, los mercantes ya están manos a la obra, preparando sus puestos de legumbres, hortalizas del huerto familiar, frutas, quesos, panes, carne... Ni si quiera la lluvia que ahora cae con fuerza los ha detenido. Obvio, lo se, pero uno se siente raro al verles trabajar desde tan temprano, algo que será igual maniana en el pueblo de al lado y el jueves de nuevo aqui...

Mi cama también está vacía... aún desecha... con olor al amor que compartimos.

Buenos días! y buenas noches.

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